Saber cómo leer la etiqueta de un producto químico puede ahorrarte muchos problemas. En apenas 30 segundos puedes conocer los datos necesarios para evitar riesgos innecesarios.

Reglamento CLP

Hace 5 años entro en vigor el reglamento CE 1272/2008, también conocido como CLP.  CLP es la abreviatura de la expresión inglesa «Classification, Labelling and Packaging» o «Clasificación, Etiquetado y Envasado». Así, el reglamento armonizó la legislación europea con el sistema de las Naciones Unidas y por tanto permitió identificar e informar de los peligros de una manera única.

Además de las clasificaciones armonizadas de los diferentes productos químicos, se elaboró un catálogo que la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas se encarga de actualizar y mantener.

Las empresas están obligadas a utilizar el etiquetado CLP cuando fabrican sustancias peligrosas o cuando mezclan varias de éstas más allá de un umbral determinado.

Información clave

La etiqueta se puede leer con facilidad. En el margen superior izquierdo está identificado el producto o mezcla. Lo hace con su nombre, formulación y además un número de identificación CAS (número de identificación internacional) o CA (numero de identificación europeo). Estos números permiten consultar la ficha del producto en las diferentes bases de datos. 

En la parte superior, además de la cantidad de producto aparecen los datos de contacto del proveedor del mismo, quien está obligado a cumplir con el etiquetado CLP.

Las novedades del etiquetado CLP aparecen justo debajo de esta primera línea de lectura. Se incluyen pictogramas armonizados que sustituyen a los símbolos que hasta hace cinco años indicaban el peligro. Justo debajo aparece la palabra de peligro, que varía dependiendo de la clasificación del producto.

Peligro y precaución

La etiqueta se completa con unas indicaciones de peligro (hazard), que son conocidas como frases H y que están codificadas. Después aparecen las frases de prudencia (prudence). Las frases P son, por un lado, consejos de prevención, para minimizar los riesgos en la manipulación de los productos y, por otro, consejos de prudencia, que marcan la respuesta que hay que dar cuando se ha producido un accidente.