El portátil es un aliado para muchos trabajadores, pero también un riesgo. Este dispositivo está en la vida privada y laboral. Su tamaño, operatividad y eficacia lo convierten en una opción tan utilizada como los ordenadores de sobremesa. De hecho, hace dos décadas apenas 2 de cada diez hogares tenían ordenador portátil, ahora más de la mitad.
Según varios estudios, el 54% de los trabajadores incorporan el uso del portátil a su trabajo diario. Cada vez los espacios laborales son más líquidos y para muchos trabajadores cambiar de oficina es una necesidad.
Pero, ¿estamos preparados para trabajar con el portátil? Este ‘nuevo’ compañero es un aliado, pero también un riesgo para el bienestar de los trabajadores.
Adaptar el puesto
La facilidad para ser instalado y operado en cualquier lugar hace que no siempre se haga en entornos saludables. Una habitación, el sofá o, por ejemplo, un tren no están adaptados para el desarrollo del trabajo. Por tanto, adaptar el entorno de trabajo garantizará el bienestar y la salud.
Hay que escoger una localización idónea para nuestro puesto de trabajo. Una correcta posición, tanto corporal, como del portátil evitará problemas físicos relacionados con la musculatura o con la visión. Debemos garantizar el apoyo de las muñecas mientras tecleamos, tener la pantalla a la altura de los ojos y, por supuesto, utilizar una silla que nos garantice una posición adecuada -espalda recta y pies apoyados-. Además no debemos descuidar las fuentes de luz. Hay que evitar los reflejos.
En un puesto de trabajo no solo influye en el aspecto físico. Si conseguimos un entorno que garantice la concentración y el silencio, trabajaremos más y de manera más eficiente. 8 de cada 10 empresas han incluido fórmulas para trabajar en remoto. Eso facilita la conciliación de la vida laboral con la personal, pero esa conciliación también implica separar esos ámbitos de manera espacial. Cada espacio para un uso.
Asimismo, la incorporación de los equipos portátiles y programas de trabajo en remoto ha de ser ser progresiva. Muchos trabajadores pueden sentirse reticentes ante estos cambios o la nueva situación les puede generar sensación de aislamiento o estrés respecto a la relación el resto de compañeros de trabajo.
Uso de periféricos
El pórtatil es, un aliado, pero su uso conlleva riesgos. Aunque su diseño ha evolucionado, éste no se puede comparar con el de los ordenadores de sobremesa. Teclados compactos, con atajos que obligan a adoptar posturas poco naturales de la mano, ratones incorporados que impiden el apoyo de las muñecas o una posición de la pantalla no adaptable son aspectos que comprometen el bienestar de los trabajadores que utilizan estos dispositivos de forma habitual y durante jornadas prolongadas.
Una solución pasa por el empleo de dispositivos periféricos como son los ratones, teclados ergonómicos e incluso pantallas auxiliares que permiten adaptar el puesto de trabajo ya sea en casa o en la oficina. Así, evitamos la repetición de movimientos dañinos o aliviamos la fatiga muscular. También, se recomienda realizar pausas cada poco tiempo para estirar y, también relajar la vista.
Transporte
Un importante factor de riesgo, que pasa desapercibido, es el del transporte. Su reducido peso permite desplazarlos cómodamente de un lugar a otro. Eso implica un posible exceso de carga de peso y todos los riesgos derivados de ello.
Los habituales maletines con un solo enganche pueden producir sobre carga y las pequeñas maletas a ruedas implican una posición no ergonómica al tener que tirar de ellas. Es recomendable la utilización de mochilas adaptadas para el transporte de estos dispositivos, que reparta el peso por igual de manera ergonómica.
El portátil está presente en nuestras vidas. El portátil, un aliado, pero también un riesgo que debemos prevenir.