Hablemos de prevención. Algo que no es tan sencillo cuando el objetivo es crear una verdadera cultura preventiva en los entornos empresariales. Modificar las malas conductas, convertidas ya en hábitos, es un reto para los profesionales de los servicios de prevención, pero todo reto, si se tienen las herramientas adecuadas, se puede superar.
Hablar de prevención y crear crear mensajes preventivos eficaces, requiere de los mecanismos tradicionales del marketing, pero ajustándolos al objetivo de querer concienciar y cambiar hábitos. Así, nuestro cliente será el trabajador, que deberá comprar nuestro producto, que no es otro que el de la salud y la seguridad laboral.
En España hay 3,4 millones de empresas, cada una vende un determinado bien o servicio. La prevención debe ser universal. Por tanto, el marketing buscará concienciar sobre seguridad laboral, sensibilizar sobre su necesidad y potenciar otro concepto universal: la salud: ¿qué trabajador no quiere sentirse seguro?
Debemos ser conscientes de que nuestra labor como prevencionistas es asentar esa cultura de la prevención, incidiendo en su valor personal y colectivo para que el trabajador cambie su percepción tanto interna (sentirse autorealizado, más responsable), externa (profesional mejor valorado) y emocional (moral). La prevención no ha de entenderse como un medio para evitar sanciones. Va mucho más allá.
Toda estrategia de prevención no debe limitarse a trasladar órdenes o protocolos. Si queremos crear ese enganche que permita obtener efectos duraderos debemos que apostar también por estrategias psicosociales.
¿Pero cómo debe ser un mensaje efectivo?
Lo más importante es que cualquier campaña se focalice en las personas y que sea participativa de una u otra manera. Todas las personas tienen derecho a tomar voz en ella en ella a agentes activos y de alguna manera se convertirán en ayudantes de los técnicos de prevención y crearán comunidad en torno a un fin común del que están convencidos. Comunicación bidireccional.
Nuestra campaña de ‘marketing preventivo’ debe de tener un objetivo claro, no solamente prevención por prevención ya que estamos ofreciendo unos beneficios. También debe estar planificada y, por supuesto, tener visibilidad.
-
Espíritu:
Convincente ya que debe convencer.
Coherente con la política de la empresa. De nada sirve pregonar la seguridad si dentro de nuestra cultura no existe el concepto.
Repetitivo, no significa avasallar sino que su intensidad y frecuencia sean las adecuadas sin saturar.
Motivador, mejor que impositivo.
-
Estructura:
Simple y positivo: menos es más.
Imagen cuidada, de la misma forma que cuidamos nuestra imagen corporativa.
Emocional pues muchas de nuestras decisiones de vinculación se basan en ese concepto.
Un ejemplo de esto que acabamos de escribir: De poco sirve decir ‘Uso obligatorio del casco’. Esa es una obligación. En cambio decir ¿Usas el casco? Genera una reflexión o No queremos pierdas la cabeza en el trabajo nos vincula a través del humor.
En próximas entradas te ofreceremos algunas ideas que puedes implementar en tu organización para poder crear una verdadera cultura preventiva.